En 1606, Pedro Fernandes de Queirós, un marino portugués al servicio de la corona española, desembarcó en una pequeña isla en el Océano Pacífico que bautizó “Espíritu Santo” y donde asentó la efímera colonia de la Nueva Jerusalén. Fundada con tintes utópico-religiosos, el asentamiento no prosperó y rápidamente fue abandonado. Queirós, quien había zarpado de Lima, regresó enseguida a Acapulco vía los vientos del norte, mientras otro barco que se había separado de la expedición principal conti...